Especialistas advirtieron sobre el riesgo que enfrentan los peces del río Paraná por un antiparasitario que está contaminando las aguas. En el Laboratorio de Ecotoxicología Acuática (LEA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA se dedican desde hace años a estudiar el efecto de los productos de manufactura humana sobre el ambiente acuático; en particular, sobre los peces.
Las investigaciones realizadas permitieron dar cuenta del efecto nocivo de los agroquímicos sobre la “chanchita”, un pez de agua dulce que está muy presente en los ríos Paraguay y Paraná.
“Hace un tiempo, empezamos a dedicarnos a lo que se denomina «contaminantes de preocupación emergente». Son sustancias que están dando vueltas en el ambiente, que se está descubriendo que son muy persistentes y tóxicos”, explica Fabiana Lo Nostro, investigadora del Conicet y directora del LEA. “Son medicamentos, pero también productos de cuidado personal, como champúes y desodorantes”, ejemplifica.
Hormonas anticonceptivas, analgésicos, antibióticos, fármacos para bajar el colesterol, antidepresivos y otras drogas de consumo humano masivo que eliminamos por la orina o por las heces son ingeridas por los peces y actúan en su organismo. Algunas de esas sustancias quedan depositadas en el cuerpo de los animales acuáticos y las ingerimos cuando los comemos.
Un trabajo del grupo de investigación de Lo Nostro mostró que las concentraciones de fluoxetina –un antidepresivo– presentes en el ambiente acuático afectan la alimentación y la reproducción de las chanchitas. Un nuevo estudio, publicado en la revista científica <Science of the Total Environment<, da cuenta de los efectos de otro contaminante: la Ivermectina.
La ganadería y los peces
En las últimas décadas, la ocupación creciente de la Pampa Húmeda por la agricultura generó un paulatino desplazamiento de la actividad ganadera hacia las islas del Delta del Paraná. La denominada “ganadería de islas” se convirtió en una práctica cada vez más extendida porque allí las vacas cuentan con pasturas abundantes y con agua de alta calidad.
En esos corrales naturales, los animales están la mayoría del tiempo con las patas en el agua, que recibe continuamente la orina y los excrementos del ganado. “La Ivermectina suele aplicarse a los terneros apenas nacen y la mayor parte del producto, alrededor del 95%, se elimina casi inalterado con las heces del animal. Va al agua”.
Las islas que están enfrente de la ciudad de Rosario, sobre el río Paraná, son parte del circuito de migración del sábalo, un pez nativo de Sudamérica que se reproduce aguas arriba y recorre cientos de kilómetros hasta llegar al Delta del Paraná. “Esa zona frente a las costas de Rosario es un área de cría de la especie, donde los individuos juveniles se desarrollan. Por eso elegimos ese lugar para estudiar los efectos de la Ivermectina sobre el sábalo”, señala Lo Nostro.