Pasar de la comodidad de Puerto Madero a una celda de la penitenciaría de Ezeiza fue un cambio abrupto. El ex vicepresidente Amado Boudou lo experimentó desde el 3 de noviembre, cuando lo despertaron para anunciarle que estaba detenido, por 70 días, hasta que la Justicia le indicó que sería beneficiado nuevamente con la libertad.

De su vida en el cómodo departamento no quedaron ni vestigios cuando fue trasladado a una “celda húmeda” (porque tiene inodoro adentro) del módulo 1 de Ezeiza. Para sentirse más familiarizado, el ex vicepresidente le dio un toque personal. De la pared, sobre el escritorio rebosante de papeles, colgaban imágenes de una revista de moda. No serían cuadros de autor, pero al menos servían para tapar el lúgubre gris de las paredes.

En el escritorio tenía una foto de su novia, Mónica García de la Fuente, quien está a punto de ser madre de mellizos. Los primeros hijos que tendrá Boudou. Ellos fueron su principal preocupación en los días de encierro y a quienes quiso ir a ver apenas recuperó la libertad. “Quiero volver a mi casa y ver a mi mujer que fue una compañera muy importante”, dijo al borde del llanto el viernes por la noche. 

Del otro lado de su escritorio había un cuadro multicolor que le agregaba vida a la celda. En el fondo, un perchero mínimo del cual colgaban, prolijamente acomodadas, remeras deportivas: en su mayoría blancas y de marca Adidas.

La celda tiene una ventana que es la única conexión al exterior y uno de los dos elementos con los que los presos cuentan para apaciguar el calor. El otro es un ventilador de pequeñas dimensiones. “Un turbito”, como lo llaman los efectivos de seguridad que custodiaban a Boudou y a los otros ex funcionarios kirchneristas detenidos. Sobre los guardiacárceles, el ex vice aseugró que había un “trato respetuoso, pero no con simpatía”.

A las siete de la mañana lo levantaban para el primer “recuento”. Boudou, como sus siete compañeros de pabellón, podía optar por quedarse acostado o salir al salón de usos múltiples donde tenía el único televisor. Sobre las 22 otra vez debía quedar encerrados en su celda.

Allí pasó las fiestas Boudou, lejos de la opulencia de su departamento de Puerto Madero.